Chernóbil, Ucrania — Más de tres décadas después del desastre nuclear de 1986, científicos han identificado hongos capaces de no solo resistir altos niveles de radiación, sino también de utilizarla como fuente de energía para su crecimiento.
En 1991, investigadores observaron hongos de color oscuro proliferando en las paredes del reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil. Estos organismos, denominados "hongos radiotróficos", poseen melanina, un pigmento que les permite absorber la radiación gamma y transformarla en energía química, un proceso conocido como radiosíntesis.
Estudios han demostrado que especies como Exophiala dermatitidis y Cryptococcus neoformans aumentan su tasa de crecimiento cuando están expuestas a niveles elevados de radiación. La melanina no solo actúa como escudo protector, sino que también facilita la conversión de la radiación en energía utilizable por el hongo.
Este descubrimiento tiene implicaciones significativas para la biotecnología y la exploración espacial. La capacidad de estos hongos para prosperar en entornos radiactivos sugiere posibles aplicaciones en la protección contra la radiación en misiones espaciales y en la remediación de sitios contaminados.
La resiliencia de estos hongos en condiciones extremas plantea nuevas preguntas sobre las formas de vida capaces de adaptarse a ambientes hostiles y ofrece perspectivas innovadoras para la ciencia y la tecnología.