Aunque suene a ciencia ficción, las plantas de cannabis mutantes existen y son cada vez más comunes en el mundo del cultivo. Las mutaciones ocurren cuando hay cambios en el ADN de una planta, lo que puede provocar características físicas inusuales: hojas unidas como “pata de pato”, formas similares a pinos como en la variedad Freakshow, o incluso ejemplares con colores poco comunes, como el albinismo vegetal. Algunas de estas alteraciones ocurren de forma natural, mientras que otras son inducidas por radiación, químicos o manipulación genética.
No todas las mutaciones tienen un beneficio funcional. En muchos casos, las plantas mutantes no vuelan más, no rinden más, pero sí llaman la atención por su apariencia. Algunas, como la Frisian Duck o la Bastardo Australiano, pasan inadvertidas ante ojos poco entrenados, lo que puede ser útil en cultivos discretos. Sin embargo, otras, como las albinas, mueren poco después de germinar por no poder hacer fotosíntesis. Aun así, su valor ornamental ha motivado a breeders a estabilizar estas mutaciones para su comercialización.
Entre las mutaciones con ventajas reales destaca el cannabis poliploide, una variedad que presenta más cromosomas de lo normal, lo que podría traducirse en mayor potencia y rendimiento. Este tipo de manipulación genética es posible gracias a técnicas como el breeding (cruce selectivo de plantas) o herramientas más avanzadas como la edición genómica con tecnología CRISPR-Cas9, que permite cortar y reordenar segmentos del ADN de forma precisa. También se ha logrado introducir genes de otras especies para crear plantas transgénicas, aunque esto es menos frecuente en cannabis.
El desarrollo biotecnológico ha permitido incluso generar levaduras transgénicas capaces de producir THC, lo que abre la puerta a nuevas formas de obtención del cannabinoide sin necesidad de cultivar la planta. Asimismo, con la secuenciación completa del genoma del cannabis, ya es posible identificar genes responsables de aspectos como la resistencia a plagas, el contenido de terpenos, la floración o la producción de fibra y aceite. Todo esto permite imaginar un futuro en que las plantas puedan diseñarse a medida según los fines del consumidor o del mercado.
Aunque la ciencia permite pensar en variedades fosforescentes, sin olor o con sabor a Pepsi, también existe la opción de dejar que la naturaleza siga su curso y nos regale mutaciones espontáneas como ha hecho por siglos. Sea por intervención humana o por azar, las marihuanas mutantes son una muestra de la riqueza genética de esta planta, y de cómo el conocimiento científico puede llevarla aún más lejos.
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ESE MIEDO INEXPUGNABLE
— En Volá (@en_vola) March 20, 2025
a limpiarse la cara con la misma parte de la toalla con la que te limpiaste el culo.