El creciente consumo de marihuana en Estados Unidos ha generado preocupación entre expertos en seguridad vial, quienes advierten que las herramientas actuales para detectar conductores bajo los efectos del cannabis son ineficaces.
A diferencia del alcohol, cuya influencia en las habilidades de conducción está bien documentada y puede medirse de manera fiable, el THC presenta retos debido a su metabolización variable y a que puede permanecer en el organismo días después de su consumo. Esto ha llevado a los científicos a buscar soluciones innovadoras, como el desarrollo de alcoholímetros específicos para cannabis, capaces de medir el tiempo transcurrido desde el último consumo.
En Colorado, pionero en la legalización de la marihuana recreativa, investigadores federales están realizando estudios con simuladores de conducción para entender mejor cómo el consumo afecta a la capacidad de reacción y cálculo de los conductores. Uno de los objetivos es determinar si los usuarios frecuentes de cannabis presentan niveles de deterioro diferentes a los consumidores ocasionales. Este trabajo incluye experimentos en laboratorios móviles, con la participación de voluntarios que consumen marihuana en entornos controlados.
Sin embargo, los avances tecnológicos no son suficientes sin el apoyo de políticas claras. Actualmente, solo unos pocos estados realizan pruebas rutinarias para detectar THC en conductores involucrados en accidentes graves, y la obtención de una muestra de sangre suele requerir una orden judicial. Además, las leyes sobre conducción bajo los efectos del cannabis varían significativamente entre estados, generando confusión entre automovilistas y complicando la aplicación por parte de las autoridades.
Los expertos subrayan la necesidad de un enfoque más riguroso para proteger la seguridad vial. “Estamos pintando el avión a medida que lo volamos”, afirmó Jake Nelson, de la AAA, quien destaca la falta de prioridad en salud pública frente a la liberalización del cannabis.