Uruguay, pionero en la legalización del cannabis hace más de una década, está enfrentando serias dificultades en su intento de consolidarse como un líder en la industria del cannabis medicinal y cáñamo.
A pesar de las expectativas iniciales de generar una potencia exportadora con ingresos cercanos a los US$1.000 millones, la realidad ha sido muy distinta. Desde 2018, las exportaciones del sector apenas han alcanzado los US$30 millones, lo que ha llevado a muchas empresas a abandonar el país y ha reducido drásticamente el empleo en el sector, con solo 750 personas actualmente trabajando en él.
Dificultades y Barreras del Mercado
El sueño de Uruguay de posicionarse como un referente mundial en el mercado del cannabis medicinal ha chocado con una serie de desafíos importantes. Entre ellos se encuentran las bajas ventas, una burocracia excesiva y errores de cálculo por parte de los inversores.
Estas dificultades han creado un clima poco favorable para el desarrollo y crecimiento de la industria, forzando a muchas empresas a retirarse del país. A nivel global, el negocio del cannabis sigue siendo objeto de un intenso escrutinio regulatorio, y en muchas partes del mundo, las estrictas normativas o la prohibición total continúan siendo barreras que afectan a los inversionistas que buscan aprovechar el crecimiento de este mercado emergente.
Además de los desafíos locales, el panorama global del cannabis ha mostrado una pérdida de atractivo desde la euforia de finales de la década de 2010. En Uruguay, las dificultades regulatorias han frustrado las expectativas de los inversores, llevando a cierres de empresas como Aurora Cannabis.
El sector se ha visto atrapado en un entorno burocrático que limita el acceso a mercados clave como Brasil. A pesar de esto, compañías como GreenMed continúan operando y apostando por productos de mayor valor como los aceites de CBD y THC para impulsar sus ventas en la región.