Cultura
Hay un libro que se llama “La Peste” de Albert Camus. En él, una ciudad argelina queda en cuarentena por el brote de una plaga y es aislada del resto del mundo. Muy pronto, el desabastecimiento, el hambre, el miedo y el pánico comienzan a apoderarse de los habitantes de la ciudad y, rápidamente, desaparece la Moral, se pierde el sentido.

Simón Espinosa
Periodista
Director Ejecutivo En Volá
En la novela de Albert Camus, los buenos son los malos, las autoridades son percibidas como una entidad perversa y opresora y la ciudad se infesta de ratas que agravan el precario estado higiénico y propagan la epidemia con un paso acelerado y ritmo perpetuo.
El encierro es una época oscura, pero interesante; reflexiva y profunda. Muchas veces causa desesperación, estamos acostumbrados a nuestra “libertad” o la idea que hemos formado de ella en una democracia. Muchas alarmas podrán saltar al afirmar la democracia en Chile, pero si la comparamos con países donde lo que nos ocurre hoy pasa todos los días hace años o donde directamente hay guerras (#NoEstamosenGuerra), nos daremos cuenta que, aunque sumamente injusta y perfectible, tenemos un sistema democrático instalado.
Estos días han sido suficientemente gráficos como para diagnosticar la peste de nuestra sociedad, nuestra clase política enferma de una codicia palpitante que les impide conectar con el dolor humano. Pero este libro, no se trata de la enfermedad, sino de algo mucho más importante: la virtud humana.
Veo, y creo que varios vemos lo mismo, cómo nos hemos unido. No solo contra el Gobierno y las injusticias como el enemigo común o el obstáculo que juntos debemos superar. Unirse en contra de algo o alguien es fácil, porque el odio y la rabia son monstruos fáciles de alimentar, siempre tienen hambre. Debemos cuidarnos del arrebato y el juicio apresurado, la Verdad es más fuerte cuando incluso se respeta al enemigo, ahí está la virtud, en la adversidad física e ideológica. Eso veo, hoy veo algo más.
¿Qué es lo que nos une como especie? ¿Por qué somos sensibles a los abusos policiales? ¿Por qué empatizamos con el miedo? Somos mejores que eso. Somos mejores que esto. Somos solidarios, potentes, y fuertes cuando nos unimos.
No hay suficientes tanques en el Ejército de Chile para frenar a los chilenos. Porque no somos individuos actuando aislados, nos dimos cuenta de algo mucho más importante que las injusticias y abusos perpetrados por la clase política: nos dimos cuenta de nosotros.