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Cultura
California es uno de los estados pioneros en el mundo cannábico, no sólo porque ha sido cuna de varias empresas insignias en el rubro, sino también porque fue de los primeros estados en legalizar su uso recreacional. Pero hay un problema: las regulaciones estatales son tan severas que pocas empresas logran ser rentables, lo que finalmente fomenta el mercado negro y obstaculiza la integración de emprendimientos al curso legal. En esta nota te contamos algunos puntos importantes sobre el problema californiano.

Sergio Zúñiga Moreno
Redactor
La promesa californiana
California no fue el primer estado del país del norte en legalizar la marihuana para uso recreacional, pero sí fue importante para la causa, pues se trata del estado con mayor población de ese país y, comparativamente hablando, representa la quinta mayor fuerza económica mundial. Así, todos los ojos están puestos en su proceso de legalización.
Los principales argumentos detrás de la legalización se expresan en beneficios socioeconómicos: se generarían muchos empleos nuevos, la recaudación de impuestos sería millonaria y, supuestamente, golpearía con dureza al narcotráfico. Las proyecciones eran auspiciosas.
Cómo era California antes de la legalización.
La historia californiana con el cannabis no parte con la legalización de su uso recreacional (esa votación se efectuó el 2016). Ya durante los 90’, el uso medicinal de cannabis se descriminalizó a través de la famosa Proposición 215, pero dicha enmienda sólo contemplaba el autocultivo como forma de producción, sin considerar los ribetes comerciales que implicaría la legalización de ese producto.
Al alero de esta “zona gris” es que surge un sinnúmero de dispensarios que, aprovechando los recovecos legales de la Proposición 215, implementaron negocios de venta de marihuana no necesariamente para uso medicinal. Durante estos 20 años, estos negocios se han adaptado de manera exitosa tanto a los excesos policiales como a la demanda de los consumidores. Así, mucho antes de la votación del 2016, el cannabis recreacional ya se había ganado un espacio en el comercio local, sólo que seguía dentro de esta incómoda área gris… incómoda sobre todo para el fisco, que esperaba recaudar millonarios impuestos con este negocio (los que, además, debieran servir para mitigar las problemáticas sociales y de salud pública asociadas al consumo de cannabis).
En qué consiste el mercado negro
Los productores de cannabis se acostumbraron a transar dentro del área gris, de forma que, cuando se legalizó el uso recreacional, entrar al curso legal sólo suponía pérdidas monetarias y dolores de cabeza. Según los expertos, entre el 80% y 90% de las transacciones cannábicas en California siguen estando fuera del curso legal. Esto echa por tierra algunas de las ventajas que traería la legalización y, sobre todo, demostraría que el tráfico ilegal mantienen sus peligrosas, o al menos no reguladas, operaciones. ¿Qué es lo que ocurre?
Quienes han intentado emprender en el rubro, acusan que los impuestos que deben pagar y los gastos en los que deben incurrir para regularizar el negocio son un obstáculo inmenso en comparación con la venta no regulada. A esto se le suman dos hechos no menores: Primero, que los municipios pueden prohibir y cerrar dispensarios según estimen conveniente; y segundo, que las licencias que proveen son pocas y de muy difícil acceso. Básicamente, sólo grandes fortunas podrían probar suerte con el negocio cannábico.
Dichos problemas obligan a muchos emprendedores a mantener sus empresas fuera del curso legal. Es más, aquellos que sí logran regularizar su negocio, de todos modos siguen comercializando productos en el mercado ilegal o “tradicional”, pues supone menos gastos y otorga ganancias más rentables. Es entendible, pues en el mercado legal la competencia es bastante injusta si consideramos que la mayoría de los competidores son empresas multimillonarias, lo que es un aliciente para mantener a flote el mercado negro. A esto se le suma el hecho de que la plantita sigue siendo uno de los principales motivos de arresto en el país del norte, de manera que bien podríamos hablar de una legislación con tintes de fracaso.
Algunas consideraciones para el futuro
En las últimas semanas hemos hecho un seguimiento a algunas iniciativas locales sobre la legalización. Es importante tener muy presente la situación californiana, no como argumento para evitar la legislación, sino como ejemplo de aquellas medidas que deben evitarse si se buscan beneficios para toda la sociedad. Aprender de los errores ajenos es tan importante como aprender de los errores propios.
Por lo demás, esta experiencia demuestra que regularizar un mercado que históricamente se ha desarrollado en un área gris del curso legal, no es cosa de la noche a la mañana. Es una lección que debemos tener muy presente, pues en Chile también suele legislarse de forma paternalista: se busca imponer comportamientos específicos que se ajusten a ciertos criterios políticos o morales, cuando lo ideal sería regular lo que ya existe en busca de un bien común.
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