Cultura
Mientras la Cámara de Senadores discute un proyecto de "Ley de Cultivo Seguro", que modificaría el código sanitario para proteger a los consumidores medicinales de cannabis, el resto de las instituciones pertinentes deberá reaccionar de manera acorde. ¿Pero cómo han abordado el tema a la fecha?

Simón Espinosa
Periodista
Director Ejecutivo En Volá

Un mensaje del Ministerio de la Marihuana.
Hay compromisos que se asumen para alinearnos con nuestros valores. Nos permiten coordinar nuestras acciones con lo que creemos correcto y con lo que consideramos que vale la pena defender. Por ejemplo, si creemos en los Derechos Humanos, y vemos que son transgredidos, los defendemos. Chile decidió valorar la vida de las personas y defiende a sus ciudadanos de aquellos que atenten contra ella. Eso lo entendemos.
Entonces, ¿con qué valor fundamental está alineada la prohibición de la marihuana? ¿Qué principio guía la ilegalidad del consumo y la persecución de los consumidores? ¿Por qué las instituciones siguen aproximándose a un problema de Salud Pública como si fuera un problema Penal?
Si miramos desde el prisma de la economía, es bastante simple: existe una demanda de marihuana no satisfecha de manera legal y, por lo tanto, la suple el mercado negro.
¿Las implicancias? Los usuarios deben relacionarse con narcotraficantes, no existe estandarización de la producción, criterios de higiene, ni trazabilidad y el Estado se pierde una linda oportunidad de cobrar impuestos que podrían invertirse en liceos, hospitales, campañas de prevención de consumo de drogas o comprar un par de aviones F16 para ganar las guerras imaginarias que necesitan pelear los milicos chilenos.
Si el consumo problemático de marihuana fuera el principio valórico que articula la ley de drogas en Chile, los políticos deberían estar apuradísimos para aprobar una ley que permita a los consumidores en riesgo entrar al sistema formal de salud, y lo agregarían a la glosa del plan AUGE (o al GES o al sistema de prestaciones de salud que sea). Pero eso no ocurre.
Nuevamente, como tantas veces en la Historia, el fundamentalismo, el conservadurismo y las agendas políticas, que cargan pesadas mochilas de ego, obstaculizan las libertades individuales, el desarrollo, la innovación y el progreso económico de manera tonta.
Para tener campañas de prevención efectivas, deben tener como foco la realidad y no la moralidad, utilizar el método científico para aproximarse al problema. Eso hace falta para que el Gobierno de Chile, vuelva a ser inteligente.